Nota Informativa Arnulfo: tu lucha sigue en la Montaña En memoria del defensor Arnulfo Cerón Soriano, desaparecido el 11 de octubre de 2019, su mamá Rosalía, el Frente Popular de la Montaña (FPM), autoridades comunitarias, pobladores de la colonia Nueva Esperanza, El Mirador y Zacualpan, municipio de Tlapa, con el copal y veladoras colocaron una ofrenda floral donde fue encontrado y en el panteón donde yacen sus restos a seis años del artero crimen este 20 de noviembre de 2025. A las 10 de la mañana más de 50 personas estaban en los Tres Postes de la colonia el Ahuaje, donde encontraron a Arnulfo a tres metros bajo tierra. Los que seguían llegando encendieron las veladoras y pasaron a dejar sus flores. Dibujaban la cruz en sus rostros para encomendarse al abogado y defensor para que los ayude, decían. Rosalía, madre del defensor, con las lágrimas en el rostro dejaba correr sus pensamientos… Con la palabra sagrada de los abuelos y abuelas el rezandero con la mirada de frente le habló a Arnulfo. Sus cánticos religiosos, los rezos y el humo del copal, las luz de las veladoras y el aroma de las flores creaban un ambiente sombrío, pero también de esperanza. Los sentipensares se condensaban en la leyenda de los arreglos florales que se sostenían de un paredón: “San Miguel Amoltepec el Viejo. Arnulfo Cerón Soriano”, “sexto aniversario luctuoso de Arnulfo Cerón Soriano” y “Arnulfo: tu lucha sigue en la Montaña”. A las 11 de la mañana inició el rezandero Nicolás, originario de Zacualpan del municipio de Tlapa. El primer misterio, segundo, tercero… acompañado de cánticos como una melancolía surcando los aires. “Lleva Dios mi alma cuando de mi cuerpo salga”, el canto. Combinó los rezos en español y en latín. Después de que terminaron los rezos, integrantes del Frente Popular de la Montaña dieron espacio para Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, donde llamó a redoblar esfuerzos porque los gobiernos no están atendiendo los reclamos de las comunidades. Lo peor es que no están respetando la lucha de las organizaciones sociales y de los defensores comunitarios como Arnulfo. “En lugar de honrar a las víctimas de la violencia, a quienes han luchado, a quienes han muerto y asesinado como Arnulfo, el gobierno de Guerrero está haciendo honores a quienes cometieron crímenes como Rubén Figueroa. Aquí en Tlapa mandó reprimir a los maestros y maestras cuando estaban exigiendo mejorar su salario”. Arnulfo se forjó de acero desde que asesinaron a su papá y a su hermano, cuando era un niño. Con dificultades se fue a estudiar a Chilpancingo, con el apoyo de su hermana salió adelante. Se convirtió en abogado. Estuvo en Tlachinollan y luego empezó a defender a los pueblos pobres. Su historia lo llevó a incursionar en la lucha social. Defendió a los papás y mamás de los 43 jóvenes que siguen desaparecidos con Antonio Vivar, un joven estudiante, tomaron las calles, protestaron. Arnulfo nunca descansó. Tuvo que buscar cómo sostener a su familia y ayudar a su mamá. Nunca olvidó sus raíces, siempre estuvo con el corazón puesto para ayudar a la gente y por eso le hicieron daño. Arnulfo defendió el derecho de los pueblos indígenas hasta las últimas consecuencias. Las autoridades le advirtieron que ya no siguiera reclamando, pero no se arredró. “La noche del 11 de octubre de 2019 lo sacaron de su casa a engaños y lo entregaron. Esa misma noche lo mataron. No esperaron porque lo querían muerto. Se lo llevaron a una casa, por Contlalco. Lo estuvieron torturando, amenazando, golpeando hasta que lo mataron. Aquí lo vinieron a dejar a casi tres metros de profundidad para que nadie supiera dónde estaba. Aquí era una calle, pensaban hacer negocios los delincuentes, vender terrenos. Pensaron que nadie se iba a dar cuenta del paradero de Arnulfo, pero la decisión de sus compañeros del Frente, de Tlachinollan, fue no dejar a Arnulfo, porque si no lo anduviéramos buscando sin saber dónde lo dejaron. “Más de 130 mil personas que están desaparecidas en México, entre las que estuvo Arnulfo, pero con la organización comunitaria no lo dejamos, no corrimos, no nos escondimos, al contrario, salimos al frente y tuvimos que decirle al gobierno: ustedes son los responsables de lo que le pasó a Arnulfo. “Venimos a honrar a Arnulfo, y reconocer su trayectoria. Aquí lo venimos a sacar. Lo quisieron enterrar, pero no saben que sembraron su semilla. Por eso estas flores, estas velas, porque él vive en nuestro corazón, en nuestra lucha. Arnulfo, porque sabemos que tú, donde estés, vas a seguir apoyándonos. Vas a seguir viendo por tu familia, por tu mamá que sigue firme, por tu familia que no está acá porque no fue fácil enfrentar esta situación, hubo amenazas porque estaban sueltos los delincuentes y siguen algunos. Afortunadamente por la lucha que hemos dado seis personas se encuentran en la cárcel, cuatro de ellos son los que fueron a traer a Arnulfo. Cuatro están sentenciados a más de 50 años. Ahorita sigue en proceso uno más. Luchamos para que también se castigara al autor intelectual, pero la justicia en Guerrero todavía no llega para los pobres. Seis años del asesinato de Arnulfo no han sido en vano porque la lucha del Frente Popular de la Montaña sigue. Han logrado obligar a que la autoridad reconozca los derechos de las comunidades, y tengan obras, carreteras, clínicas, medicamentos y escuelas. Hagamos esta causa común para que Arnulfo siga viviendo en esta Montaña, como él lo soñó. Que las familias tengan lo digno para poder vivir, trabajo, educación, créditos, apoyos para el campo, apoyo para las mujeres, apoyo para los niños, obra pública, todo para que haya justicia en las comunidades. ¡Viva Arnulfo!” Regino invitó a todas las personas a la tumba de Arnulfo a la comunidad de Tlaquiltepec porque “no era cualquiera porque entregó su vida por los pueblos humillados y discriminados por el gobierno mestizo. Quienes no estuvimos cerca hoy por lo menos hay que recordarlo, hacerle memoria, porque su espíritu vive y que nos acompañe en nuestro camino, en nuestro trabajo, en nuestra salud y que no nos pase nada malo”. Luego el Frente agradeció a quienes asistieron y a los rezanderos. En el panteón de Tlaquiltepec llegaron cuando el calor quemaba. Los rezanderos volvieron a repetir el mismo procedimiento para Arnulfo. Doña Rosalía estaba sentada y con un pedazo de varilla removía un pajón desploblado cerca de la tumba de su hijo. Las lágrimas no dejaban de salir. Miraba al cielo y volvía a escarbar con su mirada en la tierra. Finalmente un dueto de guitarras cantó una canción de su autoría que narra el infame crimen del defensor. Share This Previous ArticleMujeres indígenas vulneradas por el Estado Next ArticleLas autoridades no protegen a las mujeres indígenas de la Montaña 1 mes ago