No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

CARTA | Desde el clamor de los Pueblos de la Montaña: carta al Papa Francisco

Desde el clamor de los Pueblos de la Montaña: carta al Papa Francisco*

Abel Barrera Hernández**

Ahora que llegas a nuestra tierra amada, escribimos esta carta como hijos e hijas que vivimos en las Montañas del Sur de México. Te saludamos como lo hacemos con nuestros sabios y sabias que entregan su vida para defender los derechos del pueblo. Reconocemos tu valor y tu compromiso por levantar la voz ante las naciones y denunciar las injusticias cometidas por los malos gobiernos. Aguardamos con gran esperanza tu mensaje que dirigirás a quienes oprimen al pueblo y actúan como fariseos.

El dolor de un México crucificado por los asesinatos y desapariciones de personas nos duele y conmueve en lo más profundo. Tu voz profética sabrá poner en primer plano el clamor de un pueblo que sufre y que al unísono pide que pare esta conflagración fratricida.

Te pedimos hermano Francisco que demandes al gobierno verdad y justicia sobre el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa. Te informamos que las autoridades se han empecinado en imponer su verdad histórica a pesar de que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y recientemente el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) han demostrado con pruebas científicas que es inverosímil la incineración de los 43 estudiantes en el basurero de Cocula.

Queremos que con suma claridad digas a los gobernantes que atiendan las líneas de investigación propuestas por el GIEI, sobre todo que se investigue al ejército y a las autoridades del estado y la federación que estuvieron involucradas. Que cese la campaña de desprestigio contra las expertas y expertos del GIEI y que más bien se aboquen a atender los problemas de violencia e inseguridad que han impuesto los grupos de la delincuencia organizada.

Estamos seguros que levantarás la voz para que las autoridades se comprometan con su pueblo a combatir la impunidad a fondo, y que se decidan a desarticular todas las redes de la corrupción. Tu voz como líder espiritual nos reanimará para seguir luchando contra las reformas neoliberales que nos oprimen y empobrecen.

Padre Francisco, quienes esto te pedimos somos gente sencilla de la Montaña de Guerrero que trabajamos en el campo. Somos los Indígenas que pertenecemos a los pueblos Me phaa, Na savi y Nauas. Nuestros ancestros fueron los dueños primigenios de los territorios comunales de un estado convulsionado por la violencia. Las Costas, las Montañas y Serranías, donde existen vastos recursos acuíferos, maderables y mineros han sido parte del botín de los grupos de poder que son expertos en el hurto y la rapiña. A lo largo de los siglos han saqueado nuestros recursos y nos arrebataron las mejores tierras. Destruyeron nuestras culturas y profanaron nuestras cosmovisiones sagradas cimentadas en la planta civilizatoria del maíz. El estigma de nuestra indianidad es para justificar la desigualdad social, la superioridad racial y un régimen político delincuencial.

Esta realidad que nos lacera nos ha colocado en el umbral del exterminio: la tasa de analfabetismo es la más alta del país. Las muertes maternas son tragedias cotidianas que los gobiernos no dimensionan como parte de su irresponsabilidad. La desnutrición infantil y la falta de alimentos básicos es la fatalidad que a diario enfrentamos como familias indígenas. Nuestras siembras del hambre son el caldo de cultivo para los gobiernos que están acostumbrados a lucrar con los estómagos vacíos que les permite afianzar sus políticas clientelares que nos denigran y someten. No nos reconocen como sujetos de derecho, más bien somos objeto de conmiseración. Nos tratan como poblaciones vulnerables que requerimos de la asistencia pública para paliar nuestras necesidades.

Papa Francisco, nos duele mucho lo que pasa en el país y en nuestro estado: los gobiernos no protegen el derecho a la vida. La muerte es el destino funesto que nos acecha permanentemente. La crisis de violencia generalizada y los escándalos de colusión de las autoridades con el crimen organizado continúan cavando fosas clandestinas.

De acuerdo con los datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), nuestro estado sigue siendo la entidad con mayor índice de homicidios. Durante el 2015 se tuvo un registro de 56.50 casos por 100 mil habitantes, mientras que la media nacional es de 14.06. El año pasado se registró un aumento del 30% en este delito.

Los primeros cien días de la administración del nuevo gobernador están marcados por los graves hechos de violencia, desapariciones y asesinatos. Según datos oficiales se cometieron 719 asesinatos en diferentes puntos de la entidad, es decir, un promedio de siete homicidios diarios. Tan sólo en enero de 2016, la Secretaría de Seguridad Pública estatal (SSP), registró 217 homicidios, 79 asesinatos más de los que se reportaron en el mismo periodo de 2015.

La respuesta tanto del gobierno estatal, como federal, se centra en ampliar el despliegue de fuerzas armadas en el estado. Desde el primer día de la administración actual, el Secretario de Gobernación se comprometió con el gobierno local a que mes con mes, el gabinete de seguridad federal, sesionaría en el estado “para revisar la estrategia” cuyo objetivo es el de “superar las debilidades institucionales que ha impedido que Guerrero tenga una seguridad duradera”. Sin embargo, esta estrategia no ha abordado integralmente las debilidades institucionales, sino que más bien se ha endurecido la línea de militarizar la seguridad pública. El pasado 22 de enero el gobierno federal anunció la construcción de un nuevo cuartel militar en la región de Chilapa, uno de los enclaves más afectados por la violencia generalizada.

Como pueblos de la Montaña, nos oponemos a esta estrategia guerrerista, porque sabemos lo que significa la presencia del ejército en nuestras comunidades. Buscan someternos con el terror, violan a nuestras compañeras, detienen y torturan a nuestras autoridades, invaden nuestras tierras comunales y promueven la división comunitaria. Por eso nos organizamos con nuestras policías comunitarias para proteger nuestra vida y nuestros territorios. Luchamos contra este régimen que depreda la vida y que hace la guerra a los pobres que nos organizamos para resistir. Combatimos la violencia en todas sus expresiones y creamos el cerco comunitario para impedir que la delincuencia tome el control de nuestros territorios. Esta batalla nos ha costado sangre, persecución y amenazas.

Como pueblos originarios, ante la ira de nuestra madre tierra, que ha devastado nuestras siembras, nos vemos obligados a reorganizamos para reconstruir nuestro entorno. En septiembre de 2013, cuando la lluvia derruyó nuestros cerros sagrados y derrumbó nuestras casas y parcelas, las autoridades de los tres niveles de gobierno no escucharon nuestros gritos. No se conmovieron ante la tragedia, ni estuvieron prestos para atendernos. Solo fueron a las zonas turísticas para sacarse la foto y mostrar al mundo su solidaridad con los ricos. Nos vimos en la imperiosa necesidad de organizarnos como pueblos y ante la tragedia nos constituimos como Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña en septiembre de 2013. Desde aquella fecha luchamos a contra corriente. Contra un gobierno que nos desprecia, que no nos reconoce como sujetos con plenos derechos.

El Presidente de la República anunció pomposamente que invertiría 67 mil millones de pesos para reconstruir nuestro estado con el Plan Nuevo Guerrero. Esos recursos nunca llegaron a la Montaña. Se quedaron en las zonas turísticas y en los bolsillos de los políticos corruptos y los empresarios del régimen. Nos relegaron de los beneficios. Nos engañaron con obras que no concluyeron y que son de pésima calidad. El gobierno federal avaló este atraco y de nueva cuenta nos endilgaron los costos de nuestra tragedia.

Papa Francisco, como pueblos del maíz, hoy luchamos contra el hambre y la discriminación. Nos aferramos a seguir siendo hombres y mujeres del campo, a vivir con nuestros hijos dignamente cosechando los frutos de nuestro trabajo. Como Consejo de Comunidades, hemos planteado al gobierno federal programas que dignifiquen nuestra vida, que ante todo nos tomen en cuenta como sujetos irremplazables para la reconstrucción comunitaria y el cambio social. Hemos exigido que se atienda el programa propuesto al gobierno federal “Que llueva maíz en la Montaña”, para 16 mil familias de 185 comunidades de 13 municipios de la Montaña que trabajan por la rehabilitación de sus parcelas y por la reconstrucción de 4,355 viviendas que los funcionarios de la SEDATU se niegan a construir, por su política discriminatoria, contra los que somos de la cultura comunitaria.

Papa Francisco, no tendremos la dicha de verte. La agenda oficial impide que puedas estar en lugares donde habita el dolor, la pobreza, la rabia, la indignación y la protesta. No estarás en Guerrero que es el epicentro donde se gestan grandes batallas contra el poder impune. Donde las familias de los 43 estudiantes desaparecidos han cimbrado este sistema corrupto con su lucha ejemplar.

Por ser rebeldes, las voces de las y los guerrerenses han sido relegadas por las autoridades. Son ellas las que no quieren que escuches de viva voz, lo que ha pasado en Aguas Blancas, El Charco, el 12 de diciembre de 2011 en la autopista del sol, el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, y lo que está pasando en Acapulco, Chilpancingo, Chilapa, Tierra Caliente, Región Norte y la Sierra de Guerrero. A las autoridades les interesa imponer su verdad histórica. Se empeñarán en mostrarte al México de las multitudes creyentes que te ovacionarán a tu paso por las avenidas. Te darán cifras maquilladas sobre lo que pasa con la gente de abajo. Sobre los males que nos aquejan se esmerarán en explicarte que el narcotráfico es el responsable de la violencia que impera en el país. Ante tanta algarabía creerán que no te darás cuenta que las voces de las víctimas fueron excluidas en tu visita.

De antemano sabes que la lucha titánica de las madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, están empujando fuertemente para cambiar al país y sus instituciones. Están con su vida desmontando toda la estructura delincuencial que se ha anidado en los palacios de los gobernantes. Tú también sabes que el grito que ha cimbrado al gobierno es el que se ha esparcido por todo el mundo ¡porque vivos se los llevaron, vivos los queremos¡ Que este grito que emerge de lo más profundo de nuestro dolor sea también tu grito, Papa Francisco, para que fundidos en un abrazo encontremos la verdad sobre el paradero de los desaparecidos y construyamos el reino de Dios que es vida, verdad, justicia y paz.

* Texto reelaborado a partir de las reflexiones compartidas por las autoridades comunitarias que acordaron enviar una carta al papa Francisco, en el marco de la asamblea del Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña, realizada el 6 de febrero de 2016 en Tlapa, Guerrero.

**Antropólogo y director del centro de derechos humanos de la Montaña, Tlachinollan

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