No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

Duelen los feminicidios: justicia para Avelina y Kenia

Esta mañana familiares de Avelina Olivares y Kenia López realizaron una marcha en la ciudad de Tlapa para exigir justicia a las autoridades estatales y federales, así como a la Fiscal, Sandra Luz Valdovinos, por el doble feminicidio.

En una tarde de nubarrones del 26 de julio de 2022 la muerte merodeaba con el aire que movía violentamente los árboles en el patio de la casa de Avelina Olivares. Desde muy pequeña creció en los campos de la comunidad de Tlalquetzalapa, municipio de Copanatoyac, Guerrero. Le ayudaba a su abuelita en las labores de la casa. Trabajó muy duro para salir adelante. Se sobrepuso al machismo de la región para trabajar en la siembra de la milpa. El hambre la impulsó para salir de la comunidad en busca de mejores condiciones de trabajo. Llegó a trabajar en los restaurantes de Nueva York. Así pudo construir una casa. En su vida pensó que esa tarde un feminicida terminaría con su vida.

Al filo de las 5 de la tarde Kenia López llegó a la casa de su media hermana Avelina para refugiarse de su violenta pareja, Fernando. Las agresiones venían de años. Kenia llegó espantada, con los ojos llorosos, golpeada y con sus pequeños niños, una niña en sus brazos. Se sentó en una silla y le contó todo a su hermana.

Como a las 10 de la noche tocaron la puerta. Tenían miedo de abrir, pero lo hicieron. Entró Fernando, acompañado de un pelón y una señora. Les ofrecieron sentarse. Sin embargo, Fernando cruzó unas palabras… Miró a Kenia y la jaló del cabello, arrastrándola y con gritos. Kenia lloraba, “tú me pegas a cada rato, no vas a cambiar, ya no quiero estar contigo”, le dijo.

Avelina le dijo a Fernando que se saliera. Abrió la puerta. Sin mediar más palabras sacó la pistola y le disparó. “Ahí cayó. Cuando vi llenó el cargador del arma y empezó a discutir y a dispararle a Kenia porque estaba gritando por su hermana. Yo me escondí y les dije a los niños que se metieran al cuarto. Salió de la casa y bajé corriendo. La miré tirada. Todavía sus ojos me vieron. Cerré la puerta con llave y me dijo -hijo de tu puta madre, abre”.

“Me quedaba mirando. Estaban las dos tiradas en el piso. Rápido subí a la azotea para pedir auxilio con mis familiares y vecinos. Después de unos minutos habían perdido la vida”.  Todo pasó en 6 minutos. Unas horas antes Avelina había ido a traer leña para el fogón de la cocina. Mientras Kenia recién llegaba con moretones en el cuerpo por los golpes. Quedaron 7 niñas y niños huérfanos, una de 6 meses. “Quedaron sufriendo el dolor y la ausencia de su madre”.

El 27 de julio de 2022 fue el sepelio de Avelina y Kenia, dos mujeres indígenas que se defendieron de su agresor, pero no la libraron. Kenia quería dejar una cadena de violencia. Los familiares exigieron justicia. Con globos morados niñas y jóvenes gritaban que los hechos de violencia no queden en la impunidad.

Este domingo 28 de agosto, a un mes del doble feminicidio los familiares marcharon por las calles de Tlapa para exigir justicia a la gobernadora Evelyn Salgado y al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Hermanas, madres y las jóvenes salieron a las calles con carteles para gritar “no queremos más violencia en el pueblo. Ya no podemos permitir que sigan matando a las mujeres. Justicia para Avelina y Kenia”. El sol golpeaba en el asfalto. Los pasos seguían la marcha y las consignas de justicia no pararon hasta que se llegó al zócalo de Tlapa.

En el ayuntamiento hubo un mitin donde Abel Barrera Hernández, director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, lamentó que “hace un mes llegó la pareja de Kenia enardecido, borracho y entró a la casa de Avelina. Se sintió tan poderoso que sacó la pistola y a tiros le vació el cargador a Avelina y después con otro cargador le vació a Kenia, su esposa. Tenemos que gritar que haya justicia, que haya autoridades que respeten la vida de las mujeres. Es necesario levantar la voz por tanta injusticia. No es posible que cobardes apaguen una vida. Le exigimos a la gobernadora, Evelyn Salgado y al presidente Andrés Manuel López Obrador justicia para Avelina y para Kenia, y también por un bebé. Fueron tres muertes. Ya decíamos lo que decía el fiscal aquella mañana de que ya estaba detenida la persona. No fue cierto. No es posible que aquí doña Eduviges, una mujer nahua, que con tanto sacrificio logró sostener a sus dos hijas ahora tenga que venir a protestar, tenga que venir a agarrar este cartel y decir quiero justicia para mis hijas”.

Doña Eduviges dijo que las autoridades de Copanatoyac no hacen justicia porque el agresor es su familia. “Queremos que nos ayuden para exigir justicia en Tlapa”.

Por su parte, Neil Arias, abogada del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, se solidarizó con los familiares de las víctimas de feminicidios. Desde el mes pasado hasta este momento no hay justicia. No se ha detenido al agresor del doble feminicidio. Exigimos a la fiscal general del estado, Sandra Luz Valdovinos, para la detención de este agresor. Para la familia no ha habido acceso a la justicia. Por eso estamos exigiendo y urgiendo a las autoridades para que se arme un operativo para que puedan detener al feminicida. Como Tlachinollan llevamos siete órdenes de aprehensión por el delito de feminicidio en la región de la Montaña”.

Son dos mujeres indígenas que lo único que querían era vivir sin violencia. Migraron para poder mejorar sus condiciones de vida. Lucharon contra corriente en un mundo donde predomina el machismo. Se defendían contra las olas de la violencia y permanecían firmes ante la tormenta, el hambre y la pobreza. Se defendieron por eso las mataron.

En el municipio de Copanatoyac también hay otro agravio. Una maestra, Marisela Arce, la mataron, pero es la hora en que no han detenido al doctor que la asesinó. Dejó huérfanos a sus tres niños, reclama Neil.

Kenia y Avelina, mujeres indígenas, nunca se imaginaron que iban a morir de manera tan cruenta, tan violenta, tan indignante. Eso duele porque todas y todos los que estamos aquí tenemos hermanas, hijas, primas, amigas, madre, y quisiéramos vivir una vida libre de violencia, con mayor tranquilidad, con seguridad, que no haya agresores y que se tiene que detener la violencia, mejor aún prevenirla. No obstante, la violencia no la podemos erradicar si hay mucha indolencia de las autoridades, si no detienen a los que matan, a los que violan, a los que desaparecen. Exigimos a las autoridades municipales que no protejan a los feminicidas, pero son de oídos sordos. Que los detengan ya. La familia pide justicia para que los agresores paguen con cárcel.

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