No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

Entre esperanzas y lágrimas

Guerrero, a 19 de noviembre de 2021. Después de cuatro días  de que el Comité de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada (CED por sus siglas en inglés) llegó a México, el día de ayer, estuvo con las madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, en la Normal Rural de Ayotzinapa, Tixtla. La reunión a puertas cerradas transcurrió entre el dolor y la esperanza que aún persisten en el túnel de la angustia.

Estuvo el comisionado del CED Horacio Ravenna y Sergio Giuliano, secretario del CED; Alan García y Jesús Peña de la Organización de las Naciones Unidas en México. También Vidulfo Rosales, integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, acompañó a los integrantes del CED. Escucharon con mucha atención los testimonios de familias que siguen esperando a sus hijos.

Las madres y padres de los 43 señalaron que el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, tiene la voluntad de que se esclarezcan los hechos de Iguala y de dar con el paradero de los estudiantes desaparecidos, sin embargo, la Fiscalía General de la República (FGR), la Sedena y otras instituciones de gobierno encargadas de investigar el caso Ayotzinapa no están caminando, incluso siguen las reticencias de las autoridades para profundizar en las líneas de investigación. La desaparición forzada de los 43 se encuentra entre luces y sombras.

Integrantes del Comité CED de las Naciones Unidas escucharon con mucha atención las palabras de las madres y padres de familia; receptivos a su profundo dolor el comisionado Horacio Ravenna dejó caer lágrimas de justicia ante la impunidad rampante en el México de las y los desaparecidos. En el 2013 habían solicitado la visita, pero es hasta ahora que el gobierno mexicano los recibió, “el Comité acoge con especial satisfacción la disposición de México, dijo Carmen Rosa Villa, jefa de la delegación del CED”, el 12 de noviembre. Parte de esta visita es por la lucha de las madres y padres de los normalistas desaparecidos.

Las madres y padres no pudieron contener sus lágrimas ante la sensibilidad de los integrantes del CED, más cuando poco han sido escuchados por las autoridades. Hicieron notar que aún falta investigar al ejército mexicano por su participación en la desaparición de los 43 estudiantes. Siguen los obstáculos en las líneas de investigación, falta  llevar a las puertas de la justicia a los responsables materiales e intelectuales y, sobre todo, la presentación con vida de sus hijos. Terminaron con la consigna de ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!

A las 11:30 de la mañana concluyó la reunión con los rostros de esperanzas de madres y padres que siguen esperando a sus hijos. Los integrantes del CED rápidamente se trasladaron a la Ciudad de Chilpancingo, donde estaban esperando colectivos de desaparecidos del estado de Guerrero.

Las primeras en hablar fueron tres mujeres del Colectivo Luciérnaga de la región Montaña, doña Berta dijo que quería ver a su esposo. Tengo una niña que siempre me dice: «dónde está mi papá, lo quiero abrazar o saber si está muerto para llevarle flores». «Cuando acudo a las instancias de justicia las autoridades no me hacen caso y tengo miedo de que me pueda pasar algo. Llevo dos años esperando para que me hagan las pruebas de ADN, pero nunca me han llamado hasta la fecha”.

Doña Susana también busca a su esposo desde hace cinco años. “No hay nada de su paradero, no hay avances a pesar de que he tocado varias puertas. He recorrido los cerros y las barrancas, pero de parte de las autoridades no hay nada. El dolor y las lágrimas ganan. Hasta ahora ustedes nos están haciendo el favor de que nosotros estemos dando nuestro testimonio. En la Montaña hay mucho dolor”.

El dolor y las esperanzas se repiten en cada una de las familias. Los colectivos de desaparecidos de Tlapa, Chilapa, Chilpancingo, Iguala y Acapulco comparten las mismas lágrimas. La angustia de saber de sus seres queridos los mata con el tiempo, “estamos muriendo en vida” dice doña Rocío y Nancy. Las historias desgarradoras de familias que desesperadamente quieren volver a ver a sus hijos, madres, padres, tíos, tías, hermanas y hermanos se siguen sumando a las más de 94 mil personas desaparecidas en el país.

“En Guerrero estamos viviendo infinidad de violaciones a los derechos humanos”. El gobierno mexicano quiere dibujar una realidad donde disminuyen los asesinatos y las desapariciones, pero México es el rostro de los desaparecidos. El Colectivo Siempre vivos tiene un reporte de 500 familias desaparecidas en los últimos años de violencia en Chilapa. Mientras que en Acapulco reportan 300 personas desaparecidas en los últimos años.

Las autoridades son especialistas en la simulación y el desprecio a las familias que buscan a sus seres queridos. Abusan de su poder. Las familias consideraron que el fenómeno de las desapariciones debe estar en la agenda del presidente de México y de todas las autoridades. “Solicitaron al Comité de Desaparición Forzada de la ONU el apoyo para las víctimas en este país. Además, falta interés en las búsquedas para saber del paradero de nuestros desaparecidos y nuestras desaparecidas. Tenemos hambre de justicia y verdad”. En este tren de la violencia nos une el dolor, el coraje, la impotencia, la incertidumbre, pero también la resistencia y las esperanzas hasta encontrarlos, por ahora queda el ¿dónde están? como un continuo sueño o anhelo de volverlxs a acariciar.

 

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