No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

Justicia para mi abuelita Juanita

Justicia para mi abuelita Juanita

Yenni Laura Hernández Hernández

Hija del luchador social Ranferi y líder de la Organización Indígena Campesina Vicente Guerrero

 

¿Qué es? ¿Llegará? ¿Cuándo? ¿Cómo? Son las preguntas que interrogan el ser mujer en México, sobre todo, el riesgo que representa nacer y sobrevivir en un país donde la justicia tiene precio. Con las mujeres es más complicado porque nadie les importa las vidas de las mujeres. Las agresiones que sufren dentro de una sociedad moralista, siempre son justificadas hasta por las mismas autoridades; “ellas se lo buscaron, ella tenía la culpa”. Qué hará la sociedad cuando nosotras estemos cansadas.

La historia de mi abuelita Juanita se circunscribe en este contexto de violencia, donde las mujeres tenemos toda la responsabilidad de lo que nos pasa. Además, mi abuelita tuvo que padecer la violencia generada por los grupos de la delincuencia organizada.

Mi abuelita, de 94 años, fue originaria de la comunidad de Ayahualulco, municipio de Chilapa de Álvarez. Era una mujer muy alegre, disfrutaba mucho el baile, sobre todo, la canción del zopilotito. Fue buena cocinera, entre algunas de sus especialidades estaban el adobo de puerco, el mole rojo, el chilate de res y la sopa de gato. Desde que se fracturó un tobillo, hace algunos años, se vio obligada a apoyarse en una andadera para caminar. Sus días estaban llenos de alegría por pequeños momentos como cuando compartíamos coca con bolillo, mientras sus pequeños bisnietos corrían y se divertían. Andaba en todas partes con mi mamá. Su vejez transcurría en su hogar en el barrio de La Villa en Chilapa en esa casa vio crecer a sus hijos.

El viernes 15 de septiembre del 2017, fue su último día. Me despedí con un sentimiento de tristeza que nunca había experimentado, sin imaginar lo que le iba a pasar. Le pedí la bendición porque iba rumbo a la escuela estudiar. Sentí un ligero temblor en el cuerpo cuando ella estaba sentada en la silla. Me abrazó.

El 15 de octubre recibiría la fatídica noticia que me rompería el alma. Mi abuelita junto con mis padres había sido asesinados por personas armadas. Tomaron el camino de Ahuacuotzingo rumbo a Chilapa. En el camino, en las afueras de la comunidad de Nejapa fueron interceptados por personas desconocidas que les cerraron el paso. Sin intercambiar palabras asesinaron cobardemente a mi abuela, a mis padres y a un ahijado. Luego, los quemaron dentro del carro. Nada pudieron hacer. La crueldad es inenarrable.

La noche fue testigo del feminicidio de mi abuelita. Desde esa fecha nuestras vidas jamás volvieron a ser las mismas, como si fuéramos una gota de agua que con el tiempo escarba los recuerdos de la verdad y la justicia. No puedo imaginar lo que le hicieron a una mujer de la tercera edad, con Alzheimer avanzado. Le truncaron la vida.

Las autoridades no han hecho nada para llegue la justicia. Los responsables aún siguen libres. Las investigaciones no avanzan. Tampoco se han desarticulado los grupos de la delincuencia organizada en la región, al contrario, se fortalecen con el tiempo. Es más, el miedo y terror jamás nos abandona. Vivimos con la angustia de que en cualquier momento te pueden robar, secuestrar, violar y asesinar. Hay mentes maquiavélicas que ya tienen un plan para ejecutar a cualquier persona incómoda.

Por un momento llega la incertidumbre de escribir estas palabras, que nacen desde el alma, impulsadas por la fuerza del corazón. Es tan fuerte este dolor y las ausencias que me taladran la memoria. Sin embargo, seguiremos luchando y resistiendo, porque soy voz de las que me hacen falta, de las que ya no se encuentran conmigo, porque mientras siga viva seguiré exigiendo justicia por todas aquellas hermanas que nos hacen falta, porque estoy harta de guardar silencio y porque sé que no estoy sola. No podrán callarme por exigir seguridad y libertad para todas.

Compañeras, la lucha de las mujeres es ahora, desde los feminismos, para increpar a las autoridades y para cambiar las estructuras patriarcales, pensando en un futuro donde las niñas y las mujeres nunca sufran violencia.

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