No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

OPINIÓN | La fuerza de la sociedad agrieta los muros de la impunidad

En medio de la turbulencia causada por los cuerpos represivos del estado que participaron en la desaparición de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal rural de Ayotzinapa, con la complicidad del crimen organizado, los padres y madres de familia encontraron en el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) la piedra de toque que catapultó su lucha a nivel internacional y desplomó la verdad histórica del gobierno federal. El domingo 6 de septiembre, cuando los expertos y expertas presentaron ante la opinión pública su informe denominado; “Ayotzinapa. Investigación y primeras conclusiones”, los padres y madres encontraron cauce a su clamor. Su fuerza estrepitosa se desbordó y puso en jaque a las instituciones del estado encargadas de investigar los delitos y proteger los derechos de las víctimas. Evidenció lo que ya es del dominio público; que todas las fuerzas policíacas y militares asentadas en la región de Iguala están coludidas con el crimen organizado y que por esa confabulación no intervinieron en favor de los normalistas. Para el ciudadano y ciudadana que enfrenta cotidianamente la violencia delincuencial sabe que existe una red de complicidades entre los grupos del crimen organizado con las autoridades de los tres niveles de gobierno. Esta verdad de Perogrullo es la que quieren tapar con un dedo para no desmontar todo el andamiaje delincuencial que se ha erigido dentro del aparato gubernamental.

Los padres y madres de los 43, escucharon estupefactos los resultados presentados por el grupo de expertos. Varios de ellos y ellas expresaron con lágrimas su indignación y revitalizaron su esperanza de encontrar vivos a sus hijos. Con magistral sencillez las expertas y expertos explicaron sus hallazgos y mostraron con gráficas la contundencia de sus argumentos que echaban por la borda la versión del basurero de Cocula. Fue un momento sumamente denso, porque por primera vez se daba el lugar que merecen los familiares de las víctimas. Se rendía cuentas a una sociedad que ha perdido la confianza en el gobierno y sus instituciones. Se propiciaba el reencuentro de las víctimas con las razones de su lucha, con su pasión por saber la verdad y su deseo por alcanzar la justicia.

En medio de la oscuridad atisbaron los rayos que preludian la llegada del amanecer. La visita de las expertas y expertos a la Normal de Ayotzinapa, el pasado 8 de septiembre, con motivo de la entrega formal de su informe tanto a los papás y mamás como a la comunidad estudiantil, estuvo marcada por la recuperación de la confianza en sus interlocutores y por la identificación con su lucha. Los mensajes salieron del corazón, afloraron las palabras auténticas, sin doblez ni mentira, todas cargadas de energía que robustecen el espíritu.

Uno de los papás recordaba con gran emoción el primer encuentro que sostuvieron en la normal; “cuando los vi llegar sentí que una luz en el camino acompañaba nuestros pasos..Ustedes sin ser de nuestro país vinieron a México a querer ayudar sin esperar nada a cambio…No tenemos con qué pagar por lo que han hecho por nosotros… cada uno de ustedes tiene un don especial, cada quien tiene su propia trayectoria de trabajo, por eso los admiro, porque tienen un gran corazón… les pido que estén con nosotros hasta que den con nuestros hijos. Ahora que nos dijeron que no son nuestros hijos los que incineraron en Cocula, el respeto que les guardo es más grande, porque sé que aman la verdad. Esto me hace estar tranquilo y seguro sobre lo que ustedes nos digan acerca del paradero de nuestros hijos… Si en esta lucha llegamos a perder la vida, con el corazón en la mano les pido que no se olviden de nuestros hijos”. Las lágrimas que rodaron por las mejillas del papá fueron tan conmovedoras que sin más palabras logró transmitir el insondable sentimiento de no saber dónde están los 43 hijos desaparecidos de Ayotzinapa.

Esta fecha fue memorable porque al final del evento varias madres de familia se acercaron a Claudia Paz y Paz para saludarla y abrazarla. Sintieron en ella a una madre que busca justicia y verdad, a una mujer sencilla que nunca se ha doblegado ante el poder. Saben que ella llevó a la cárcel a José Efraín Ríos Montt, un militar que como presidente de Guatemala cometió crímenes de lesa humanidad y que fue enjuiciado por genocidio. Se despidieron de una mujer que significa todo para encontrar a sus hijos. Las fotos fueron el mejor recurso para tenerla siempre a su lado.

El martes 29 de septiembre la presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Rose-Marie Belle, el relator para México James Cavallaro y el secretario ejecutivo Emilio Alvarez, visitaron la escuela normal de Ayotzinapa. Fueron recibidos como visitantes distinguidos por parte de la comunidad estudiantil y los 43 padres y madres de familia. Fue una bienvenida cálida con la banda de Guerra, con cadenas de cempasúchitl, aplausos y saludos fraternos.

El saludo en inglés de la presidenta de la CIDH, originaria de Trinidad y Tobago, fue muy sencillo y cercano a los familiares: “Estamos aquí para expresar nuestra solidaridad con ustedes. Les venimos a informar que vamos a publicar un informe sobre la situación de los derechos humanos en México para el mes de enero. Nos interesa conocer la verdad sobre lo que aconteció en Iguala y para ello es importante hablar con ustedes. Su testimonio es muy valioso, su palabra es la que nos ayuda a escudriñar la verdad y su lucha es la mejor muestra de que es posible alcanzar la justicia. Con la presencia del grupo de expertos queremos decirles que estamos trabajando y lo seguiremos haciendo para dar con el paradero de sus hijos. Les agradecemos mucho por esta maravillosa bienvenida.

La participación de los papás y mamás fue muy elocuente, todos y todas agradecieron su visita “su presencia en la escuela habla bien de su compromiso que tienen con quienes somos víctimas de la violencia impuesta por el gobierno”. Ningún papa ni mamá pasó por alto el planteamiento de que los expertos y expertas deben permanecer en México hasta dar con el paradero de sus hijos. Reiteraron su total confianza en el trabajo que han realizado e hicieron suyo el informe que recién entregaron al presidente de la república. Pidieron su intervención para que no quede trunco este esfuerzo realizado, de sacar a la luz pública todas las mentiras y deficiencias de la investigación realizada por la PGR. Lo que hoy se sabe que no fue posible la incineración masiva de los estudiantes en el basurero de Cocula, les da esperanzas para llegar a la verdad. No quieren más golpes arteros del gobierno, ni versiones falaces que hablen de cuerpos enterrados en fosas clandestinas o de incineraciones colectivas realizadas en basureros municipales. La confianza la depositan en los expertos y comisionados porque saben de su profesionalismo y compromiso con las víctimas. No habrá más credibilidad en las palabras empeñadas por las autoridades, mucho menos en las promesas presidenciales que han sido incumplidas.

Es con la fuerza de la sociedad como se avanza desde el ras de la tierra para desenmascarar las mentiras del gobierno, para desenmarañar la telaraña delincuencial que sigue incólume, a pesar de que las nuevas autoridades siguen ligadas con los grupos del crimen organizado. Con la legitimidad que han logrado los padres y madres de familia, han podido agrietar los muros del poder impune. Con gran determinación han traspasado las fronteras nacionales para que juntos empujen al gobierno a cumplir con sus compromisos internacionales. La retórica gubernamental perdió audiencia y credibilidad. Es tan grave la situación de los derechos humanos que en los primeros 7 días de octubre tuvimos dos visitas in loco por parte del pleno de la CIDH y del Alto Comisionado para los derechos humanos de la ONU. A pesar de esta emergencia las autoridades se empeñan en negar la tragedia que nos atormenta y a descalificar cualquier informe que emiten las instancias internacionales, catalogándolas como parciales, insuficientes y poco veraces. Es claro que quienes se empeñan en desacreditar la opinión de expertos internacionales en temas de derechos humanos, son personajes de las elites políticas que no tienen ninguna autoridad moral para emitir una opinión objetiva, son más bien los secuaces del poder, que se empeñan en negar la realidad para seguir lucrando con los negocios implantados por la macrodelincuencia.

La mirada de los organismos internacionales ayudará a ver en toda su dimensión la monstruosidad del poder y pondrá al descubierto que la corrupción y la impunidad son los pies de barro de este sistema que vive de la sangre de los excluidos. Es la lucha de las más de 25 mil familias de desaparecidos y el movimiento de los padres y madres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa los que socavan este sistema cuyo talón de Aquiles es la colusión de las autoridades con el crimen organizado. Desde esa grieta se empieza a derruir el poder decrépito.

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