No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

“Nos van matando en vida”

Tlapa de Comonfort, Guerrero, a 3 de septiembre de 2021. “Les decimos a nuestros hijos donde quieran que estén que sus butacas siguen en la normal de Ayotzinapa. Ellos tienen que llegar a este mismo lugar y descansar en sus pupitres”, con el lápiz y el cuaderno en la mano. Estas palabras condensan los sueños rotos de los estudiantes ausentes, pero es más la esperanza de su regreso.

El día de hoy con profunda tristeza y suma consternación llegó la noticia de que don Bernardo Campos Santos, padre de José Ángel Campos Cantor, estudiante normalista desaparecido el 26 de septiembre de 2014, en Iguala, perdió la batalla contra la diabetes y otras complicaciones de salud, publicaron madres y padres de Ayotzinapa en Facebook.

El 18 de agosto de este año fue trasladado de emergencia al hospital general de la Ciudad de México. Sabíamos que padecía de diabetes por varios años, pero se agravó con el tiempo por la angustia de no saber nada de su hijo. El encierro por el Covid-19 lo llenó de tristeza y tomó por sorpresa hasta que en la madrugada de este viernes dio el último suspiro.

Desde los primeros meses de la desaparición de los normalistas, don Bernardo sabía que su hijo tenía que regresar a las aulas, como un estudiante. Siempre lo recordaba cuando le ayudaba a trabajar en el campo. En el patio de su casa tiene el caballo que le gusta a su hijo y con una sonrisa presumía el cuarto que esperaba a José Ángel. Su rostro palidecía cuando hablaba de sus dos nietas que esperaban de su papá.

Se acordaba de aquella ocasión que su hijo le dijo que tenía el número 40 para maestro y él que le dio ánimos diciéndole que tuviera fe en Dios para que estuviera bien de salud. “No te preocupes hijo”, le decía.

Lo que más caracterizaba a don Bernardo era su risa y su sombrero, a pesar del dolor que comparte con 42 padres y madres más. La esperanza de que su hijo regrese continúa. El derecho de saber la verdad es responsabilidad de los gobiernos. A casi 7 años de lucha por la desaparición de los 43 normalistas, las madres y padres no pierden la ilusión de poder acariciar el rostro de sus hijos, pero nada.

En esta lucha por la vida varios padres han fallecido. Doña Minerva Bello Guerrero, madre de Everardo Rodríguez Bello, fue una de las primeras que falleció sin saber nada de su hijo; don Tomas Ramírez Jiménez, padre de Julio César Ramírez Nava también murió sin que la justicia llegara y hace un par de semanas don Saúl Bruno Rosario, padre del estudiante desaparecido Saúl también feneció por Covid-19.

En los últimos años ha mermado la salud de las madres y padres. Las respuestas del paradero de sus hijos son nulas. Las investigaciones avanzan a un ritmo que “nos van matando en vida”. La desesperación por encontrar a los 43 estudiantes es profunda como la tristeza de no poder mirar sus rostros. A las autoridades poco les importa el dolor, al contrario, están alargando el sufrimiento. No obstante, es urgente que las autoridades den respuestas del paradero de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

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