Opinión Los viejos vicios de la burocracia morenista Las niñas y niños están abandonados a su suerte en la Montaña de Guerrero. Su futuro depende de sus estudios, pero siempre queda trunco por la pobreza y la falta de maestras y maestros. Sobreviven de la siembra del maíz y frijol, pero con el frío la tierra no produce lo suficiente para mitigar el hambre. Sus sueños quedan suspendidos en la niebla del olvido o en los surcos de la muerte. Algunos se casan a los 12 o 13 años porque no hay opciones de vida. Las niñas y niños de la Escuela Secundaria Técnica número 295 “Sor Juana Inés de la Cruz” de Cochoapa el Grande, desde abril de 2024 se quedaron sin maestros y maestras que impartían las materias de español, matemáticas, artes y educación física, así como dos prefectos. Los padres de familia pensaron que la secretaría de educación guerrero iba a mandar los docentes para cubrir los espacios, pero los ignoraron. Las familias se preocuparon porque temían que sus hijos se desanimarían para seguir estudiando. Calcularon que no podrían sostenerlos si los mandaban a estudiar a Tlapa. Paulino Vázquez de la Cruz, presidente del comité de padres de familia supo asumir con firmeza el compromiso que se había echado a cuestas. A pesar de no contar con recursos económicos, animó a las madres y padres a organizarse: Tenemos que exigir a las autoridades educativas que manden maestros porque no podemos permitir que por ser jornaleros agrícolas a nuestros hijos los discriminen. “La mayoría de padres y madres migramos a los estados del norte y dejamos a nuestros hijos con familiares para que puedan recibir su educación. Nos vamos entre 4 a 7 meses a Michoacán, Sinaloa, San Quintín, San Luis Potosí, Chihuahua y Durango al corte de aguacate, del limón, jitomate, pepino, chile y verduras chinas. Vivimos en extrema pobreza y no tenemos acceso a nada. Por eso no podíamos dejar que los niños se quedaran en nuestras casas sin estudiar. Lo que no podemos aceptar es que la misma secretaría de educación violente el derecho a la educación de 363 niñas y niños. Los 13 docentes que están frente no son suficientes para atender 12 numerosos grupos que cuentan con 37 alumnos. Los cinco profesores o profesoras son indispensables para que nuestros hijos reciban clases dignas y de calidad.” Desde el mes de abril de 2024, la profesora Reina Estrada, quien daba 30 horas de clases de español a la semana, abandonó la escuela con el argumento de que en Cochoapa hay mucha inseguridad. En agosto a las maestras Teresita González con 30 horas de español y Flor Edith con 25 horas de matemáticas, la Secretaría de educación (Seg), les autorizó su cambio a otra escuela, pero las autoridades no asumieron el compromiso de enviar nuevos docentes para cubrir sus espacios. En octubre Evelin Maurita con 36 horas de artes no se presentó por la misma razón de que en el municipio hay mucha violencia. El profesor David Alberto con 24 horas de educación física también pidió su cambio. Por la matrícula elevada de la escuela en el 2014 la Seg había asignado a la profesora Aurora Venancio y al profesor Andrés Reyes como prefectos, los que se encargan de la disciplina y el orden en las actividades escolares. En 2019 Andrés abandonó su centro de trabajo por situaciones personales. En mayo de 2024 a Aurora le aprobaron su cambio. Las autoridades educativas tampoco mandaron a personal que los relevara. Las madres y padres de familia solicitaron la reposición de los docentes, sin embargo, las autoridades educativas se negaron firmar de recibido sus peticiones con el argumento de que en la siguiente semana llegarían los docentes. Reiteradamente fueron engañados. Cansados de tanta burla y vueltas en vano, el 31 de marzo de 2025, realizaron un bloqueo en la entrada de Tlapa, a la altura del puente de Ahuatepec Ejido, con la única exigencia de que les asignaran cinco maestros y maestras. Lograron que se estableciera una mesa de diálogo con el secretario de educación, el subsecretario de educación y el subsecretario de planeación educativa en Chilpancingo. No obstante, los bloqueos no se levantaron porque se trataba de arrancar un acuerdo definitivo. El comité de padres de familia se mantuvo firme y obligó a que las autoridades educativas instalaran una mesa de negociación. No fue nada terso el encuentro, porque las autoridades estaban en un plan de no ceder hasta que quitaran el bloqueo. Los padres y madres estaban decididos a todo y así lo captaron los funcionarios que al final se comprometieron a mandar un docente en funciones de prefecto, dos maestros de español y un maestro de matemáticas. Su esfuerzo fue en vano porque las autoridades educativas mintieron. Al ver que la acción de fuerza no había prosperado, las madres y padres de familia no claudicaron en su lucha. Acudieron a la oficina de Tlachinollan para interponer un amparo contra las autoridades educativas. El hartazgo había topado con su enojo, por eso optaron por la vía judicial, que es un camino recién explorado para emplazar al gobierno de que sea garante de sus derechos. El 21 de octubre de 2025 se interpuso el amparo que inmediatamente fue admitido. Los padres de familia se organizaron para realizar todos los trámites en la capital del estado. La respuesta de las autoridades fue rápida. En su informe al juez, la Seg reconoció que faltan maestros en la escuela secundaria “Sor Juana Inés de la Cruz”. Este reconocimiento fortaleció a las madres porque ahora la autoridad ya no se iba a enfrentar con ellas sino con una autoridad judicial. Los resultados fueron favorables porque el 4 de noviembre la jueza primero de distrito concedió a los alumnos la suspensión definitva para que la Seg asignara y presentara a los 5 maestros y maestras. Sin embargo, las autoridades educativas sólo mandaron a un maestro de matemáticas con pocas horas. El 10 de diciembre (el día internacional de los derechos humanos) la jueza Maribel dictó una sentencia a favor de los niños y niñas para que la Seg enviara a dos maestros que impartieran 60 horas de la asignatura de español; un maestro o maestra que imparta 25 horas de matemáticas; otro maestro/maestra que imparta 26 horas de artes y un maestro o maestra que impartiera 24 horas de educación física. El 18 de diciembre, las niñas y niños viajaron tres horas desde Cochoapa El Grande para llegar a las 8 de la mañana a Tlapa. En silencio se sentaron en la biblioteca de Tlachinollan junto al comité de madres y padres de familia y del nuevo director de la escuela. Llegaron para conocer la resolución de la jueza. Esperaron pacientemente el momento en que aparecería la imagen del actuario que estableció comunicación a través de una video llamada. En un formato de lectura fácil los niños y niñas escucharon atentas la sentencia de la jueza en la que ordena a la Seg, la asignación permanente de maestras o maestros en las materias de español, matemáticas, artes y educación física. Para los niños de Cochoapa fue un momento inolvidable. En representación de su escuela estuvieron Erick, Dilan Aroni, Wrayann y Norydelma. Escucharon la sentencia en un lenguaje apropiado para la niñez, un caso único en la Montaña. También escucharon en su lengua materna el mismo mensaje como viene en la sentencia. Fue un triunfo inobjetable. Lo más importante es que los niños como Valerio, el hijo menor de Catarina, madre soltera, podrá tener clases completas en la secundaria. Su esfuerzo es enorme. Todos los días se levanta a las 5 de la mañana, se arregla y se pone los únicos huaraches de hule que tiene. A las 5:30 de la mañana calienta dos tortillas y las envuelve en una servilleta raída. Valerio sale de su casa antes de las 6, saca las tortillas que se enfrían rápido por el frío de la madrugada y se las va comiendo mientras camina a la escuela. Las tortillas se acaban rápido, igual que sus huaraches que ya están rotos de tanto caminar. Su mamá le da algunos pesos para gastar, pero siempre los guarda y se los regresa para que haga algo de comer. Recibe la beca Benito Juárez cada dos meses, pero los 800 pesos que le dan no le alcanzan. Tendrían que comprar lo que necesitan con 13 pesos al día. Viven solo del único apoyo que recibe. En temporada de lluvias siembran maíz y frijol y lo que la tierra fría quiera dar. La historia de Valerio se repite en decenas de niños y niñas que también reciben educación a medias. Sus ganas de estudiar los motiva a quedarse y no se van a los surcos de jitomate de las empresas que los exprimen. Los niños y niñas más pobres como Valerio no comen en la escuela, tienen que esperar para llegar a sus casas hasta las 2 de la tarde. Sus estómagos vacíos sólo prueban agua que corre del cerro. La gente de la Montaña no pierde la esperanza de que sus hijos se preparen. Resisten el hambre, sin embargo, ya no están dispuestos a soportar tanta discriminación e indolencia de las autoridades. Las madres y padres levantaron su voz sin medir consecuencias. El amor a sus hijos los llevó a emprender esta lucha. A pesar de que las niñas y los niños de Cochoapa el Grande ganaron este amparo, a la mayoría de niños de la Montaña, la Seg se empeña en engañar a las madres y padres. Firman minutas que no cumplen y cuando mandan algún docente solo va por unos meses, porque ya no les renuevan sus contratos. Es un plan con maña, para desactivar la protesta de las familias que demandan maestros. El gobierno morenista de Guerrero sigue repitiendo los mismos vicios que el viejo régimen priista le imprimió con despotismo y represión. Es grave que los actuales funcionarios no tengan compromiso con la niñez indígena y solo sean burócratas que reproducen las prácticas vetustas de la simulación, la demagogia, la burla y el engaño a las familias indígenas de la Montaña. Share This Previous ArticleNiñas y niños indígenas ganaron la batalla por la educación en la Montaña No Newer Articles 10 horas ago