Derechos civiles y políticos Los violentos policías municipales de Tlapa Los frecuentes abusos de autoridad con violencia y las amenazas de los policías municipales de Tlapa, Guerrero, han quedado en la impunidad. Se han erigido como la autoridad absoluta para hacer lo que les plazca, violando los derechos humanos de las personas de a pie. No permiten cuestionamientos de las ciudadanas y ciudadanos por sus acciones prepotentes. En lugar de proteger a la población usan la fuerza gansteril para someter, amenazar y golpear. El pasado lunes 2 de junio de 2025, el maestro y comerciante, Uriel Noriega Vega, de la colonia El Peligro, municipio de Tlapa, interpuso una queja formal ante el delegado regional de la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero (CDHEG), Celso Vázquez Vivar, por la violación a sus derechos humanos, dignidad humana, integridad personal y seguridad jurídica. El miércoles 4 de junio puso la denuncia ante el ministerio público por abuso de autoridad, lesiones, daño a la propiedad y amenazas contra los policías municipales de Tlapa. A las seis de la tarde del 1 de junio Uriel estaba con su pareja en su local donde venden comida. Alrededor de las 10:30 de la noche recibió una llamada de un cliente que hizo un pedido al hotel Las Palmas, a la altura del 93 batallón perteneciente a la 35 zona militar. Media hora después Uriel puso en marcha su camioneta cerrada marca Duster de la agencia Renault, color rojo, para entregar el pedido. Su recorrido fue por la calle Pípila para tomar el libramiento en el puente del Río Tlapaneco, donde desemboca el Río Jale. Iba rumbo al batallón, pero a la altura del puente de la colonia San Diego, cerca de la pizzería Siciliana, dos elementos de tránsito municipal le marcaron el alto. Estaba una cinta de precaución para impedir el paso a los vehículos, pero Uriel pudo entrar porque en las entradas del libramiento no había ninguna señalización ni aviso para alertar que no había paso. Les dijo que no había visto los señalamientos y los invitó para que fueran a corroborarlo. Les molestó y le dijeron que le iban aplicar el alcoholímetro. Lo grabaron, pero todo salió bien. Tratando de escarbar más le pidieron los documentos y que descendiera del vehículo para una revisión, pero se negó. Les preguntó ¿cuál es la falta que cometí? Fue cuando lo amenazaron con mandarle a la policía. Pasaron 10 minutos cuando llegaron las patrullas P-02 y P-024 con al menos 8 policías municipales, la mayoría con pasamontañas y dos iban descubiertos del rostro. Un policía abordó a Uriel. Con el miedo mantuvo los vidrios de su carro arriba porque se sabe que son violentos. “El comandante me dijo que descendiera, pero yo le pregunté que cuál era la falta que yo había cometido y me dijeron que por no acatar las indicaciones de los agentes de tránsito. Me dijeron que me bajara del vehículo, pero al negarme sólo pasaron 10 minutos para que llegara la grúa. Como medida de seguridad empecé a transmitir en vivo en la red social de Facebook porque tenía miedo de que me fueran a agredir. Rápido llamé a mi familia”. Junto con el vehículo me trasladaron por el libramiento rumbo a las oficinas de tránsito municipal. Al llegar “yo bajé un poco mi ventana y el mismo comandante me dijo que me bajara. Yo le respondí que lo iba hacer hasta que llegara mi familia. El oficial dijo: ah, con que no te vas a bajar, ahorita vamos a ver. Se retiró a donde estaban los demás oficiales y cuando me di cuenta ya venían varios de ellos con macanas de metal y le empezaron a pegar a la ventana del copiloto de mi vehículo. Les dije que ya no dañaran mi carro y que me iba a bajar, pero no les importó y siguieron golpeando hasta que el vidrio cayó en pedazos. Descendí del automóvil, pero entre todos los policías me derribaron al piso y me empezaron a golpear en diferentes partes del cuerpo. Uno me empezó a ahorcar, me daba golpes en la boca del estómago y otro me empezó a meter tierra y piedras en la boca. ‘No que muy chingón, te vamos a madrear para que aprendas y si dices algo te va ir peor, te sentías muy cabrón grabando, tienes que aprender a obedecer, qué no sabes que nosotros mandamos aquí’, me decían. Me estaba desmayando y sentía que me iban a matar. Cuando ya no reaccionaba me esposaron y algunos dijeron ya déjenlo, súbanlo a la camioneta y llévenselo. “Esposado uno de los oficiales me dijo que me agachara y al no poder con la punta del cañón de su rifle me dio un golpe en la cabeza y empecé a sentir como la sangre bañaba mi rostro. Me acostaron en la batea y me seguían golpeando hasta que llegamos a los separos en el punto conocido como la mona. El comandante que andaba descubierto del rostro me abordó, me dio un trapo y me dijo límpiate todo, ya déjalo así, tú sabes que estamos parados, como trabajamos, mejor así déjalo ya no sigas hablando, si no te va ir peor. Luego me quitaron mis pertenencias y me ingresaron a barandillas. A la una de la mañana un policía que resguardaba la celda me dijo, recibí indicaciones que subiste un video, si quieres salir, tienes que borrarlo”, relató Uriel. Su celular se había descargado, pero les dijo que si conseguían un cargador podía borrar el video. No se pudo hasta que un policía le dijo a su familia: tenemos la orden de que se borre el video que se subió, busquen un cargador para cargar el celular y se pueda borrar el video para que se pueda ir el muchacho sin pagar nada. Así fue como “ingresé a mi Facebook y eliminé el video, mientras el oficial me grababa para cerciorarse de que lo estaba borrando”, de acuerdo con el testimonio de Uriel. La multa está en 3 mil 800 pesos, pero Uriel no los pagó. Sin embargo, el carro le dijeron que lo viera con personal de tránsito. Sus familiares tuvieron que trasladarlo a la clínica San Francisco para que le hicieran curaciones. Su vehículo aún se encuentra en las instalaciones de la Unidad Deportiva. Lo inaudito es que el separo, ubicado en la mona, no cumplen con las garantías mínimas de protección para los detenidos. No hay juez calificador, ni médicos que certifiquen las lesiones. Es un lugar aislado de la Dirección de Seguridad Pública donde los policías golpean y torturan a las personas retenidas. Es preocupante el actuar de los policías municipales de Tlapa. Se pasean por las calles con total impunidad. Lo peor de todo es que en lugar de proteger a las personas las golpean con el argumento de que tienen que obedecer, pero nunca son transparentes. Es necesario que rindan cuentas y se sometan al escrutinio de las ciudadanas y ciudadanos. Son servidores públicos, pero no están por encima de la constitución y de tratados internacionales que protegen a las ciudadanas y ciudadanos. Share This Previous ArticleEjidatarios de Carrizalillo siguen en paro contra minera Equinox Gold por derrames al medio ambiente, impactos sociales y violación a derechos laborales Next ArticleFamilias de la Sierra de Guerrero bajo el fuego delincuencial 3 días ago