No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

Nota informativa | Violencia en cadena: ejecuciones, tortura y detenciones arbitrarias (Segunda Parte)

 

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan 

La acción letal de los polizontes, que actuaron a la usanza caciquil, “limpiaron la carretera” por órdenes del gobernador, disparando a quemarropa contra Jorge Alexis Herrera y Gabriel Echeverría. Como pistoleros del viejo régimen, además de matar en caliente, arremetieron contra las personas que encontraban a su paso. 24 de ellas personas fueron víctimas de detención arbitraria, trasladándolas ilegalmente a los separos de la actual Fiscalía General del Estado. Los detenidos fueron 23 hombres y únicamente una mujer. La mayoría de los detenidos no rebasaba los 25 años, 23 eran hombres y una mujer.

Los detenidos no sólo fueron estudiantes de la normal de Ayotzinapa, se encontraban también estudiantes del Tecnológico de Chilpancingo y de la Universidad Autónoma de Guerrero. Su delito fue ubicarse en medio de la balacera y quedar a merced de los agentes armados. De acuerdo con su testimonio, los jóvenes fueron sometidos señalados como los que iniciaron la agresión violenta. Con ese argumento falaz los trasladaron a los separos de la policía ministerial a las 14:00 horas. También la joven mujer la encerraron junto con los 23 hombres detenidos.

Ante esta situación irregular tuvimos que exigir a las autoridades que se garantizara entablar comunicación con los detenidos. Fue hasta las 20:00 horas cuando logramos acceder a las instalaciones donde se encontraban retenidos. En ese lapso de tiempo personal de la Comisión Estatal de Derechos Humanos había valorado médicamente a los estudiantes. En sus testimonios coincidieron, que los elementos policíacos les obligaron a tirarse al piso y permanecer varias horas boca abajo. Fueron víctimas de tratos crueles y degradantes con el fin de que se auto incriminarán y declararán de acuerdo a la versión, que el entonces procurador Alberto López Rosas, había difundido a la opinión pública de que los estudiantes habían iniciado la balacera.  Los mantuvieron incomunicados para armar la versión oficial de los hechos.

Ante las inconsistencias de esta línea de investigación, y después de corroborar las acciones legales en que incurrieron los elementos policíacos, quedó al descubierto la farsa que quiso presentar a los estudiantes como los incitadores de esta acción letal.

Como organismo civil de derechos humanos demostramos que no había elementos para privarlos de su libertad, porque era evidente que estaban siendo señalados por consigna. Logramos a que fueran liberados a las 11:30 de la mañana, el 13 de diciembre del 2011.

Tortura para fabricar delitos

Uno de los estudiantes fue torturado física y psicológicamente, por elementos ministeriales, para imputarle la portación de un arma de grueso calibre. Lo llevaron fuera de la ciudad, y dentro de una casa deshabitada, lo obligaron a disparar el arma, para poder presentarlo como el responsable de la balacera.

El jueves 19 de enero el normalista presentó formalmente su denuncia por el delito de tortura en la entonces Procuraduría General del Estado, contra elementos de la policía ministerial. En esa declaración explicó pormenorizadamente el calvario que sufrió. Relató que ese día se subió a uno de los autobuses que llevaba a sus compañeros normalistas de Ayotzinapa, para protegerse de la balacera. Al subirse fue interceptado por elementos de la policía ministerial, quienes lo encañonaron y lo obligaron a bajar del autobús para luego someterlo y tirarlo al suelo. Fueron 3 agentes quienes se encargaron de golpearlo en todas las partes de su cuerpo, mientras permanecía acostado sobre el pavimento. Posteriormente lo subieron a una camioneta y lo llevaron a los separos de la policía ministerial. En el trayecto fue golpeado a patadas en el estómago y en las costillas por agentes ministeriales. Al meterlo en los separos junto con otros compañeros, les ordenaron que se arrodillaran. Les quitaron sus camisas y sus zapatos y los empezaron a golpear en la espalda. Cuando le revisaban las pertenecías que llevaba en su pantalón, uno de los agentes encontró en su bolsillo un casquillo que había recogido en la carretera. Ante este hallazgo un policía comentó “Miren este casquillo es de cuerno”. Y otro más exclamó “¡Ah cabrón! ¿Dónde dejaste el cuerno? Con que tú eres uno de los que dispararon…”. Para los policías ese hallazgo fue la cuartada para armar su versión y justificar sus atrocidades.

Después de que un policía se fue con el casquillo para hablar con sus compañeros, los demás policías procedieron a cubrirle el rostro con su propia playera, lo sacaron del lugar y lo metieron a unos baños. Ahí le quitaron su pantalón y le dijeron en tono amenazante “A ver cabrón ahorita nos vas a decir dónde dejaste el pinche cuerno”. En ese instante le mojaron la espalda y le empezaron a golpear en la cara y en el estómago. Después de esta sesión de tortura procedieron a subirlo a una camioneta obligándolo a permanecer boca abajo y con la cara cubierta.

Después lo sacaron de las instalaciones de la Fiscalía y lo llevaron a una casa. Después de interrogarlo y torturarlo de nuevo, lo obligaron a jalar el gatillo de un arma de grueso calibre. Esto lo tuvo que realizar en 6 ocasiones, con el fin de presentarlo como uno de los principales agresores y con ello urdir la trama de que los estudiantes fueron los incitadores.

Cuando culminaron su burda maquinación, los agentes ministeriales lo regresaron a la Fiscalía para continuar la tortura, y obligarlo a que se autoincriminara y obedeciera las instrucciones de sus torturadores. Este plan avieso no fructificó, gracias a la postura firme y valiente del estudiante que a pesar de sufrir la vejación de la tortura mostró siempre la lucidez de sus convicciones. Por nuestra parte, como organismo que acompañamos a los estudiantes de Ayotzinapa logramos romper el cerco informativo y evidenciar la acción letal en que incurrieron las diferentes corporaciones policíacas, que se obstinaron en criminalizar a los estudiantes.

La orden de limpiar la carretera como lo expresó el secretario de seguridad pública Ramón Miguel Arreola, se materializó en el derramamiento de sangre en la autopista de la muerte. Las víctimas fueron dos jóvenes normalistas, Jorge Alexis Herrera y Gabriel Echeverría, quienes en su afán de ser escuchados por el gobernador fueron recibidos a balazos. La respuesta fue la violencia demencial de un gobierno decrepito, que tortura y mata estudiantes.

No podemos dejar de señalar las graves implicaciones. que tiene la práctica de la tortura por parte de las corporaciones policíacas. La tortura es una de las prácticas más lacerantes y abominables que utilizan los gobiernos autoritarios. Los daños que causa, no sólo a la víctima sino a la sociedad en su conjunto, son irreversibles e insuperables, porque atentan contra la integridad de las personas y las normas que nos rigen. En los hechos del 12 de diciembre de 2011, quedó claro que las ejecuciones, la tortura y las detenciones arbitrarias son prácticas sistemáticas que utiliza la policía para acallar las protestas sociales y darle un trato de delincuentes a los estudiantes.

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