No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

OPINIÓN | Las batallas por la libertad

“En el penal de Tepic me sentí solo. Abandonado. Sin ver que alguien me defendiera. Llegué a pensar que hasta mi familia me había olvidado. Es un lugar que busca doblegarte para que no tengas capacidad para resistir y mantenerte firme en lo que crees. Aislado de todo, fuera del tiempo y encerrado en un lugar lúgubre, pierdes el sentido de la realidad. Eres ajeno al mundo, lejano de tu misma humanidad. Un ser autómata que vive en otro planeta y que tiene prestado su cuerpo… Actúas como sonámbulo, como alguien que está fuera de sí y que no puede volver a la realidad… Al final te das cuenta que todo está hecho para que uno se acostumbre a morir en vida. Para resignarse a morir a plazos, a someterse a los tratos denigrantes. Te desfiguran y despersonalizan para hacerte sentir mierda”.

“Todo lo que viví fue un suplicio. Me privaron de la libertad para cobrar venganza por la lucha del CECOP. Descargaron su coraje enviando a policías para que me golpearan. Me mandaron fuera del estado para demostrar su poder. Me sometieron a un régimen de vida rígido para debilitarme física y psicológicamente. Me fabricaron varios delitos para exhibirme como un delincuente de alta peligrosidad. Los jueces prefirieron violar la ley y violentar mis derechos con tal de cumplir los caprichos de Aguirre Rivero y así proteger los intereses mafiosos del empresario Marín… Quiero decir que todo eso pude vencer y que gracias al ejemplo de mi padre y sus consejos, sigo de pie. Él me enseñó a amar la tierra desde niño, aprendí a trabajar en el campo, a usar el machete y a defender la tierra como nuestra madre. Por eso no estoy arrepentido de la lucha que he emprendido con el CECOP desde hace doce años. Si se volviera a repetir lo del 17 de junio cuando me detuvieron, de nueva cuenta resistiría y me mantendría en la lucha para defender las tierras comunales de Cacahuatepec”.

El miércoles 12 de agosto varios representantes de organismos no gubernamentales de derechos humanos, tuvimos la oportunidad de visitar a Marco Antonio Suástegui, líder histórico del CECOP, en el penal de la Unión. Fue un encuentro cargado de afecto y admiración. Nos sorprendió su espíritu combativo y al mismo tiempo nos preocupó su estado de salud. La pérdida excesiva de peso y los embates que en los últimos días ha sufrido por las amenazas recibidas por escrito.

Tiene muy presente aquel 28 de julio de 2003 cuando los pueblos del Acapulco Rural que se encuentran asentados en las tierras irrigadas por el río Papagayo, levantaron la voz contra las tropelías que estaba cometiendo la CFE. Con gran detalle rememoró los momentos en que detuvieron la maquinaria y la gente decidió instalar los plantones, como una de las primeras acciones que le imprimieron el sello de identidad al CECOP. Un movimiento de los pueblos que surge para oponerse a la construcción de la presa hidroeléctrica La Parota. Su lucha pacífica y legal ha alcanzado triunfos inobjetables ante los tribunales agrarios, al demostrar la ilegalidad de las asambleas impuestas por la Procuradurías agraria, que fueron apoyadas por el gobernador en turno y custodiadas por las corporaciones policíacas. El CECOP es a la distancia, la piedra angular de los movimientos contra las presas y en defensa de los ríos en México y fundador del Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER).

En esa tarde calurosa Marco nos comentó que el día de su aprehensión, ya había indicios de que algo le iba a suceder, porque tuvo información que Ernesto Aguirre estaba indagando entre sus conocidos en qué lugar se encontraba. Tuvo la información exacta, por eso el operativo que hicieron fuera de su domicilio fue muy amplio. Con ese cerco que le tendieron los mismos policías ministeriales, se dieron el lujo de someterlo sin presentarle alguna orden de aprehensión. Con esta consigna política enviada desde casa Guerrero, Marco fue sometido a tratos inhumanos y degradantes por parte de los policías al ser duramente golpeado y al sufrir el arranque de 3 uñas de los pies. En el traslado al penal federal de máxima seguridad de Tepic en Nayarit –que fue ilegal por incurrirse en violaciones al derecho al debido proceso y a la defensa legal- el defensor comunitario fue privado de agua para beber durante dos días además de no contar con una revisión médica oportuna. En los 7 meses de permanencia en este penal fue alimentado de manera escasa, lo que impactó y mermó su salud, derivando en actos de hostigamiento y discriminación. Finalmente, ya en el penal de la Unión, el 31 de julio de 2015 Marco Antonio nos comentó que recibió una carta anónima con amenazas de muerte, acción que se suma a una serie de otras situaciones previas que le hacen temer por su vida y la de su familia.

El caso de Marco Antonio se suma a una serie de historias de defensores y defensoras de derechos humanos que a lo largo y ancho del país están siendo criminalizados y detenidos injustamente incluso en penales de máxima seguridad, a causa de su compromiso por la defensa del territorio y la vida. En esta lista de defensores y defensoras comunitarias se encuentra otra integrante del CECOP, María de la Cruz Dorantes, también encarcelada por delitos similares a los que se le imputan a Marco Antonio. Ella no solo sufre un severo castigo por delitos que no cometió, sino que la enfermedad que padece y que no es atendida como se merece dentro del penal, hace más cruento el encierro, máxime que cuenta con dos niños menores que se encuentran abandonados.

En esta visita realizada a Marco Antonio, aprovechamos el viaje para platicar con los magistrados de la Segunda Sala de lo Penal de Acapulco. Planteamos el contexto en que se da la detención de Marco Antonio, la conflictividad agraria que se ha complejizado desde que se intentó despojar a los comuneros con la imposición de un proyecto social, económica y ambientalmente inviable. Paralelo a este problema estructural se vive en la región un proceso de apropiación ilegal de tierras comunales por parte de empresarios gravilleros, quienes de manera tramposa compran tierras al comisariado de bienes comunales y posteriormente se amafian con autoridades estatales y federales para legalizar los despojos. Marco Antonio se ha atrevido a denunciar este contubernio que existe entre empresarios, políticos, funcionarios federales y el comisariado espurio de bienes comunales que son parte del entramado de actores que utiliza el gobierno para socavar la lucha del CECOP y de esta manera colocarlos fuera de la legalidad para arremeter contra Marco Antonio y varios miembros del CECOP, tratándolos como delincuentes peligrosos.

Este mal de origen no puede ser ignorado por los magistrados, amén de que tienen que hacer una revisión minuciosa del expediente para valorar las pruebas que demuestran la inocencia de Marco Antonio. Los magistrados tienen en estos momento la posibilidad de hacer justicia y demostrar que más allá de las presiones políticas y de los intereses económicos de los empresarios, ejercen sus facultades constitucionales con independencia e imparcialidad.

Para Marco Antonio “el CECOP es la expresión del amor por la tierra”, por eso el único delito cometido por este movimiento, que ha sido duramente reprimido en diferentes ocasiones y que aun así se ha mantenido firme, es el de no plegarse a las decisiones que actores públicos y privados han querido imponerles en nombre de un supuesto desarrollo e interés general que nunca ha sido demostrado.

Por esta razón el CECOP se ha visto obligado a hacer visible su protesta, de demostrar que el encarcelamiento de Marco Antonio es parte de un plan más amplio, de silenciar a sus líderes, doblegarlos, criminalizarlos y con ello generar temor. Por otra parte, diezmar al CECOP, dividirlo y cercar su territorio con militares, marinos y la gendarmería, para tomar el control de sus territorios.

La decisión del CECOP de bloquear los pozos de agua que surten varias colonias de Acapulco es una de las medidas que han tenido que tomar al ver cómo los gobiernos tratan a uno de los defensores comunitarios emblemáticos y que se niegan a reconocer su lucha legítima y a declararlo inocente. No permitirán que se siga protegiendo a empresarios que se coluden con funcionarios y políticos para hacer negocios turbios e ilegales y que ahora reciben el respaldo para presentarlos como víctimas, cuando los dueños de la tierra saben que son ellos los que han causado divisiones, han alentado la violencia intracomunitaria, han formado grupos de choque y se han amafiado con grupos de la delincuencia. Ese es el tema de fondo ¿las autoridades a quienes defienden, a los empresarios que lucran con las riquezas del pueblo o con los líderes que defienden sus derechos y luchan contra la desigualdad y el despojo? Las batallas por la libertad se libran esta noche en los bienes comunales de Cacahuatepec, donde el CECOP piden que se declare inocente a Marco Antonio y se le deje libre y que las fuerzas represivas del estado se aboquen no a reprimir a los movimientos sociales sino a desmantelar las redes delincuenciales que han tomado Acapulco y lo han transformado en un campo de batalla, transformándola en la ciudad más peligrosa de México. El peligro en Acapulco no es el CECOP, que es un movimiento pacífico sino los que atentan contra la vida diariamente en las colonias y playas de Acapulco.

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