No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

“Terrorismo de Estado”: justicia y verdad para los 43

Iguala, Guerrero, 27 de septiembre del 2025. En el cierre de la jornada Ayotzinapa, 11 años: luces y sombras, madres y padres realizaron una marcha en exigencia de justicia y verdad en Iguala, donde hace 11 años fueron desaparecidos los 43 estudiantes y tres fueron ejecutados por las fuerzas policiacas y la participación del ejército mexicano.

La movilización empezó en el puente del periférico Norte, a un kilómetros y medio donde fueron asesinados los normalistas. A la una de la tarde llegaron los autobuses. Las madres y padres descendieron con los rostros de sus hijos en la mano, así como las y los normalistas de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM). Con sus lonas FECSM). Las mantas con demandas de presentación con vida de los jóvenes.

En formación, el eco de las consignas de ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos! Creaba una sensación de ardor más profundo que los rayos del sol en los cartílagos y una rabia incontenible porque las autoridades no han dado respuestas. El engaño ha sido la respuesta en 11 años.

En unos minutos habían llegado a la estela del estudiante Julio César Mondragón Fontes, el lugar donde la noche del 26 y mañana del 27 de septiembre de 2014 lo encontraron desollado del rostro. Un estudiante de la normal de Ayotzinapa exigió justicia para sus compañeros que les cortaron las alas. Melitón Ortega, tío de Mauricio Ortega Valerio, estudiante desaparecido, señaló que el asesinato del joven fue un acto de terrorismo por parte del Estado mexicano.

Luego de colocar una corona de flores, se trasladaron a las estelas de Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo para instalar el mitin. Los manifestantes condenaron que les hayan quitado la vida y exigieron justicia.

Melitón Ortega lamentó que, durante las primeras reuniones con Enrique Peña Nieto, después de la desaparición, el entonces presidente afirmó que no tuvieron conocimiento, pero que de haber sabido habrían protegido a los estudiantes. Sin embargo, “días antes la normal de Ayotzinapa estaba realizando actividades de difusión”. El 26 de septiembre del 2014 los militares tenían control del C4, por lo que, asegura Melitón, sabían que los estudiantes iban en los autobuses porque los mantenían vigilados, y los policías también les seguían el paso.

Epifanio Álvarez, padre de Jorge Álvarez Nava, urgió al gobierno federal dar resultados porque “ya son 11 años y es mucho tiempo para que hasta esta fecha no sepamos nada de 43 jóvenes. Haga de cuenta que estamos como el primer día”. Exigió que la Sedena entregue los 800 folios y que se extradite a Tomás Zerón y Ulises Bernabé para llegar a la verdad y al paradero de sus hijos. Con el inclemente sol mencionó el cansancio, el sufrimiento y el coraje que sienten porque no deberían dejar sus hogares, pero lo hacen porque “a un hijo se le quiere y se le ama hasta el último respiro que uno tenga, hasta entonces vamos a dejar de buscarlos”.

Cristina Bautista, madre de Benjamín Ascencio Bautista, señaló que antes de la desaparición de sus hijos las familias vivían felices en el campo, con los sueños de los jóvenes de ser profesionistas. Sin embargo, por ser hijos de campesinos el caso se ha mantenido en la impunidad, “se les hizo fácil engañarnos, diciendo que nuestros hijos fueron calcinados en el basurero de Cocula, haciendo un crimen para tapar otro crimen y para entregarnos un cuerpo que no pertenecía a nuestros hijos”.

A pesar de que el caso Ayotzinapa es un crimen de Estado, Cristina Bautista señaló la falta de empatía de personas “que están en contra de nosotros, pero juro, que si uno de esos seres queridos estuviera desaparecido, aquí estuvieran de revoltoso”. Lamentó que el número de personas desaparecidas sea muy elevado y que hay familias que no se atreven a denunciar porque son revictimizadas.

El abogado de las madres y padres, Isidoro Vicario, remarcó que era necesario cerrar la jornada en Iguala porque ahí fueron agredidos los normalistas. También mencionó que seguirán exigiendo los archivos en manos del ejército que se niega a entregar y que se mantengan las líneas de investigación que tienen que ver la telefonía celular, las extradiciones de Tomás Zerón y de Ulises Bernabé, que tienen información y responsabilidad en el caso Ayotzinapa.

Finalmente, estudiantes de diferentes comités de la FECSM, la Ceteg y Bloque Democrático refrendaron su apoyo para seguir en solidaridad con las familias. Posteriormente entonaron el himno Venceremos.

Las y los normalistas de la FECSM subieron a los autobuses para irse a la normal de Ayotzinapa. Un grupo se quedó en el Palacio de Justicia de Iguala para lanzar petardos y quemar tres carros de la empresa Marinela ante la falta de respuesta de las autoridades. Son los edificios de la infamia y del poder omnímodo que prefiere ocultar la verdad. Las llamas de la verdad abrieron las puertas de la mala justicia, solo falta que las autoridades dejen de ser inoperantes y permisibles para que sigan ocurriendo graves violaciones a los derechos humanos como Ayotzinapa.

Las madres y padres han afirmado en cada movilización que no permitirán que el caso quede impune y se mantendrán en pie de lucha hasta encontrar a sus 43 hijos.

Salir de la versión móvil