No olvidemos a quienes desde la infancia cargan el pesado yugo de la discriminación. Su vida al ras de la tierra, pasa desapercibida por nuestra vista.

Trágica primavera

Trágica primavera

 

Que no reine la soledad y el miedo.

Que brille la justicia en sus rostros.

Que la fuerza y la dignidad de las mujeres resquebrajen este sistema feminicida.

En memoria de Maricruz y Alma Delia.

 

Maricruz García Margarito no tuvo la fortuna de conocer a su papá. Creció al lado de su mamá y en medio de las carencias económicas pudo salir adelante concluyendo su bachillerato. Siempre se sintió orgullosa de hablar en tuun savi y tuvo las habilidades lingüísticas para dominar a la perfección el español. Fue una mujer emprendedora, en cuanto tuvo la primera oportunidad trabajó en la cabecera municipal de San Luis Acatlán, y con el apoyo de su papá compró una camioneta que adaptó con un rotoplás para vender agua en su comunidad, Cuanacaxtitlán. En los últimos meses se empleaba en una casa de empeño. Diariamente viajaba de su comunidad a San Luis Acatlán y regularmente regresaba a su casa como a las 8 de la noche. Los sábados y domingos se levantaba muy temprano para hacer las maniobras de la recolección del agua y repartirla en su comunidad.

El pasado lunes 27 de marzo Maricruz desapareció cuando regresaba de San Luis Acatlán a Cuanacaxtitlán. Ese mismo día vieron que por la tarde llegó a su casa, sin embargo, después de las 6 de la tarde regresó a San Luis para hacer algunas compras junto con su cuñada. Viajaron las dos en la camioneta roja en la que acostumbraba viajar. Cuando regresaban, alrededor de las 8 de la noche, notaron que un Tsuru las seguía a la altura de la comunidad de Yoloxóchitl. Antes de llegar a la colindancia con Cuanacaxtitlán el coche las rebasó y se atravesó. De inmediato bajaron hombres armados que a punto de pistola las golpearon y las sacaron de la camioneta. La cuñada de Maricruz llevaba un niño en sus brazos y ante el temor de que le hicieran daño a su bebé quedó de espaldas a la camioneta. Le dijeron que se largara y lo que hizo fue avisar a la familia de su cuñada. De inmediato se corrió la voz y la gente de la comunidad junto con los hermanos, tíos y parientes de Maricruz se movilizaron para realizar la búsqueda donde la habían desaparecido. El mismo comisario tuvo conocimiento del caso y también se involucró con los policías comunitarios en la búsqueda de Maricruz.

A las 6 de la mañana el primer mensaje que dio el comisario a través de la bocina que hay en la comisaría fue la desaparición de Maricruz y al mismo tiempo llamaba a todos los habitantes para continuar su búsqueda. Fueron más de 200 personas que con el apoyo de la Policía Comunitaria que pertenece a la Casa de Justicia de San Luis Acatlán se distribuyeron en diferentes grupos para realizar las búsquedas por los cerros y barrancas entre las colindancias de Yoloxóchitl y otros puntos clave. Fue una búsqueda intensa durante todo el martes 28 de marzo. Los familiares pedían con desesperación la presencia de la Policía del Estado y la Guardia Nacional para que se incorporaran a la búsqueda, sin embargo, esta exigencia no fue atendida. Varias personas anduvieron buscando por la noche y continuaron durante el miércoles 29 de marzo. No hubo descanso, por el contrario, había mucho enojo e impotencia porque dentro de su mismo territorio no lograban ubicar el paradero de Maricruz.

La comunidad de Arroyo Cumiapa también se solidarizó y desplegó varias brigadas de búsqueda en los cerros que colindan con Yoloxóchitl y Cuanacaxtitlán. El malestar se propaló en la región y varias comunidades vecinas se sumaron a la búsqueda ante la ausencia de los cuerpos de seguridad del estado y la federación. Había varias personas que facilitaban sus vehículos para formar cuadrillas y llevar gente en diferentes puntos estratégicos donde instalaban retenes para revisar los vehículos que transitaban por esas comunidades.

Fue hasta el cuarto día cuando llegaron cuatro patrullas municipales y una de policías ministeriales a la comisaría de Cuanacaxtitlán. Pidieron informes al comisario sobre la desaparición de Maricruz. La gente comenta que sólo permanecieron en la comunidad patrullando las calles y en ningún momento se incorporaron a las búsquedas que realizaba la población. Quedaron a la espera de la Guardia Nacional, que nunca llegó a la comunidad.

El protocolo Violeta que pomposamente anunció la gobernadora Evelyn Salgado el 18 de julio del año pasado, simplemente no tiene ningún impacto para las mujeres indígenas como Maricruz García, quien sólo encontró en su familia y en sus paisanos el apoyo incondicional para ir en su búsqueda y rescatarla con vida. Contrario a lo que informaron las autoridades del estado, el Ministerio Público y las corporaciones policiales no aplicaron la nueva estrategia integral del protocolo Violeta de buscar de manera inmediata a las mujeres desaparecidas con el apoyo de la Guardia Nacional. Fue muy aplaudida la frase de la gobernadora cuando estuvo presente el subsecretario de Derechos Humanos Alejandro Encinas al expresar que en la alerta Violeta “cada minuto cuenta”.

En el caso de Maricruz pasaron 72 horas para que la Policía Ministerial llegara a Cuanacaxtitlán y sólo se redujera a recorrer las calles, y a realizar cateos en la comunidad de Yoloxóchitl. Por su parte, hombres y mujeres de varias comunidades recorrieron la zona de Nejapa rumbo a Camalotillo porque sabían que los malhechores podían salir de ese lado. Por eso llegaron hasta la comunidad de Cerro Limón. Fueron jornadas intensas que demostraron esa capacidad que tienen las comunidades para organizarse por cuenta propia e implementar acciones de búsqueda para dar con el paradero de las personas desaparecidas como el caso de Maricruz García.

Una madre de familia de Cuanacaxtitlán comentó con mucha tristeza: “Cuando estábamos en la búsqueda todas teníamos la esperanza de encontrar a Maricruz, de que se trataba de un mal momento y que ella iba a aparecer con vida. Jamás pensamos vivir la violencia en carne propia. Pero fueron pasando los días y Maricruz no aparecía. Lo más triste e indignante es que ni siquiera vino gente del gobierno, sólo nosotras las mujeres y los hombres de varias comunidades salimos a los cerros a buscarla. Las autoridades, en lugar de ayudarnos, se encargaron de frenar los trabajos porque no tienen compromiso y porque no les duele la vida de los indígenas. Nunca pensamos que aquí en nuestro pueblo iban a desaparecer a una mujer que es muy querida y que le fueran a quitar la vida. Jamás nos imaginamos este final porque Maricruz era una mujer muy tranquila y muy trabajadora. No merecía este tipo de violencia, mucho menos este final trágico. Para las mujeres es una ofensa muy grande porque se aprovecharon de que estaba indefensa y por eso abusaron de ella y la mataron. Nunca había sucedido algo así en esta comunidad, que desaparecieran a una mujer indígena. Nos quieren sembrar el miedo, pero aunque sean delincuentes contamos con la organización del pueblo. La gente está decidida a todo, porque está harta de que no haya justicia. Con el feminicidio de Maricruz queremos que el agresor no salga libre y que se detengan a los demás para que se castiguen con todo el rigor de la ley.

“Como mujeres nos sentimos indefensas porque aquí en la región hay mucha violencia y la gente que anda armada ninguna autoridad se atreve investigarlos y a detenerlos. Desde hace dos años aumentó la venta de la coca y el cristal en San Luis y en varias comunidades del municipio. Esto sucede porque a los políticos les interesa más el negocio que la seguridad de la gente.

“Lo más grave es que esta violencia se ha extendido en varios municipios de la Costa Chica, está cobrando vidas no sólo de hombres, sino de compañeras mujeres. El miércoles 22 de marzo asesinaron a Alma Delia Santos Vargas. Ella tenía 39 años y era originaria de Azoyú. Trabajaba en una casa de materiales en la salida de Cuanacaxtitlán. Lo que sabemos es que llegaron personas armadas en un vehículo y entraron a la tienda para dispararle a quemarropa. Hasta la fecha no sabemos los avances de la investigación. Lo más seguro es que las autoridades argumenten que no pueden avanzar con la carpeta de investigación porque los familiares no muestran interés en proporcionar datos del posible móvil del asesinato. Dejan en manos de las víctimas la carga de la investigación y todo queda en meras formalidades jurídicas que no trascienden y que mucho menos trazan líneas de investigación para detener a los responsables.

Sólo pasaron cinco días para que se diera la desaparición de Maricruz García y de igual modo las autoridades no intervinieron aplicando el protocolo Violeta para que se hiciera realidad el anuncio de la gobernadora de que “cada minuto cuenta” para poner a salvo a Maricruz.

El sentir de las mujeres na savi de Cuanacaxtitlán está mezclado con el dolor, la indignación y la impotencia, para ellas es un ataque directo a las mujeres. Es una violencia que toca el corazón de todas las mujeres que se sienten indefensas por los ataques cobardes de gente armada que se siente intocable.

Saben que a Maricruz los delincuentes la mataron esa misma noche que la desaparecieron. No le dieron tiempo de nada, tenían la firme intención de acabar con su vida, porque los agresores se sienten dueños de las vidas de las mujeres y saben que pueden comprar a las autoridades para que continúen sus maldades.

Este 4 de abril las mujeres del pueblo na savi se han organizado para ejercer su derecho a la protesta en la cabecera municipal de los mestizos que han mal gobernado al municipio de San Luis Acatlán. Desde su fundación por parte del español Pedro de Alvarado, la población indígena de San Luis Acatlán padece el flagelo del racismo y la discriminación. Fueron esclavizados por los españoles que se apropiaron de sus tierras y que explotaron su fuerza de trabajo. Hasta la fecha los grupos políticos controlados por población mestiza que se ha enriquecido por la sobreexplotación de la población indígena, han impedido que este municipio sea regido por usos y costumbres. Los caciques locales que se han enquistado en los partidos políticos se han encargado de dividir a las comunidades indígenas y de venderles la idea de que este sistema de partidos es el que conviene a todos.

Ahora serán las mujeres las que llegarán a esta cabecera para denunciar la violencia machista y feminicida que han dejado crecer las autoridades mestizas y que han permitido que grupos del crimen organizado instalen negocios ilícitos tanto en la cabecera municipal como en las comunidades indígenas.

Para las mujeres indígenas las autoridades municipales son las que menos se preocuparon para buscar a Maricruz. Está claro que para los gobernantes las mujeres indígenas no valen. Serán ellas las que recuperarán su fuerza y su dignidad para hacerse visibles, y exigir respeto por su vida. Emplazarán al Ministerio Público para que realice su trabajo y deje de simular y revictimizar a los familiares que sufren el feminicidio de Maricruz.

En esta trágica primavera será nuevamente la voz de las mujeres las que con sus gritos y su coraje evidenciarán la cepa machista del gobierno mestizo y denunciarán la indolencia y complicidad de las autoridades de los tres niveles de gobierno que discriminan a las mujeres indígenas y no les brindan protección, ni les garantizan justicia.

Las mujeres indígenas de la Costa Chica, marcadas por la violencia feminicida, tendrán que escribir con su sangre nuevos capítulos de esta historia funesta para honrar la memoria de Maricruz y Alma Delia.

 

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

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