Comunicado / Posicionamiento Condenan a 45 años de prisión al feminicida de Maurilia Tlapa, Guerrero, a 19 de mayo de 2025. La violencia feminicida que padecen las mujeres indígenas en las comunidades de la Montaña se ha recrudecido en los últimos años. En medio de una desigualdad atroz, son sometidas al imperio de los hombres violentos que no consideran sus ideas, quiebran sus cuerpos y destruyen sus vidas. Lo peor de todo es que se encuentran inermes ante los agresores porque gozan de impunidad. A pesar del clima cruento en el que viven han dado la batalla contra los perpetradores. Muy pocas han sobrevivido para contarlo porque las autoridades en lugar de ponerlas a salvo, protegen a los asesinos. Las pocas sentencias que se han logrado ha sido por las propias familias que han luchado para que llegue la justicia. El 7 de octubre de 2021 fue asesinada doña Maurilia de 73 años. Vivía sola con su nieta y su bisnieta en su vivienda de bajareque y lámina de cartón en el paraje Majagua del Toro, municipio de Tlacoapa. En el funesto día se levantaron aún con el frío de la mañana. Estaban junto al fogón cuando inesperadamente llegaron Rogelio e Ismael a tocar la puerta, quienes al parecer tenían conflicto por una parcela. El agresor llegó con la intención de atentar contra la vida de Maurilia. Se aprovechó de su vulnerabilidad para persuadirla de que fueran a ver los terrenos y ahí la empezó a agredir. Por más que trató de defenderse, fue atada a un palo de encino y estrangulada. Su nieta se había quedado en la casa y preocupada por la demora de su abuela fue a buscarla, pero se dio cuenta de que el feminicida le había quitado la vida. Los agresores la siguieron con un machete para asesinarla. Recibió un machetazo en la cabeza, sin embargo, si no hubiera dado la pelea para sobrevivir estaríamos hablando de dos feminicidios y el agresor andaría libre. Mujeres y autoridades comunitarias se organizaron para detener a las personas que fueron turnadas a las instancias competentes. Después de un largo peregrinar, la familia que con todas las dificultades económicas tenía que acudir de su comunidad al juzgado de Tlapa, logró que se sentenciara al agresor. El pasado 14 de mayo un juez dictó una sentencia condenatoria de 45 años de prisión contra Rogelio N, quien se encontró responsable del feminicidio de Maurilia, mujer me’phaa de la tercera edad, y por el intento de feminicidio de su nieta. En el juicio los peritos en criminalística de campo describieron el lugar donde fue encontrado el cuerpo de Maurilia, la posición, las lesiones que presentaba y, sobre todo, la cuerda que tenía atada alrededor del cuello. El médico forense fue clave porque estableció la causa de muerte de doña Maurilia, diciendo que encontró roto el hueso hioides, es decir, le fracturaron el cuello. Además, señalaron que las lesiones de la nieta, víctima de intento de feminicidio, ponía en riesgo su vida. Después de tres años y siete meses, llegó la justicia para Maurilia. Fue un camino difícil para la familia porque no sólo tenía que encarar al agresor, sino pedir prestado dinero para llegar al juzgado muchas veces sin comer. En su comunidad viven al día con tortillas y quelites que encuentran en los cerros y barrancas. La siembra de maíz y frijol les ayuda un poco sortear el hambre. El feminicidio de Maurilia, abuela de una familia de mujeres, se da en un contexto adverso de pobreza extrema, una desigualdad colosal, marginación, olvido, discriminación en el que desde niñas tienen pocas oportunidades para su educación y acceso a la salud. El agresor sabía que en compañía de su nieta y su bisnieta era vulnerable en un desolado paraje apartado de los caseríos de la comunidad me’phaa, donde los abusos son recurrentes contra las mujeres. Esta sentencia contra el feminicida de Maurilia da un mensaje de que no se puede seguir matando a las mujeres en la Montaña y de que se va a castigar a los agresores para que no se siga repitiendo la infamia. Es un minúsculo destello de esperanza de predominancia de la justicia, sobre todo, por la lucha de los familiares. Los ministerios públicos, la Fiscalía y los jueces o juezas tienen una tarea titánica para erradicar la violencia machista y delincuencial. Sólo en la región Tlachinollan ha registrado más de 131 feminicidios. En la mayoría de los casos no han sido detenidos los perpetradores, generando un ambiente hostil para las mujeres. Por eso las autoridades municipales, estatales y federales tienen que implementar acciones para proteger a las mujeres y niñas en la Montaña, pero las dejan desamparadas en el remolino de la violencia machista que prevalece en las comunidades indígenas. Es urgente una estrategia de Estado para que las mujeres florezcan en un territorio libre de violencias. Share This Previous ArticleDestruir evidencias No Newer Articles 9 horas ago